Hola, queridos chichipíos. Qué tal! Estoy escuchando un programa de radio de las Madres de Plaza de Mayo, donde están hablando sobre Josefina Pla, una escritora paraguaya, que tiene en gran maravilla, la cultura paraguaya, a través de su poesía. Cada día, nuevos escritores indoamericanos, se aparecen a mi consciencia, dándome riqueza incomparable, la que sustenta el río de mis pensamientos. Ella, como yo, ejerce, el oficio de mujer, como dice en su poesía. Coincido con ella, somos como puentes entre muertes, pues tenemos la posibilidad de dar vida, vida que termina, pero, otra nueva empieza, en el vientre de alguna mujer. Casi, diría, que podemos compararnos, con cúmulos de estrellas, con las nebulosas, donde esos maravillosos astros titilantes, nacen, pequeños, al principio, grandes, después. Su nacimiento, viene acompañado, de una luz que crece y se expande, al igual, que la mujer. Siendo pequeña, apenas se vislumbra. Al crecer, da vida, su luz inunda e ilumina, casas, campos, ciudades. Finalmente, al igual, que las estrellas, mengua lentamente, con un gran estallido, cuyas reverberaciones, se expanden, a través del espacio tiempo.
Todo ésto, y mucho más, es el ser mujer. Implica un gozo, una amplitud, una capacidad abarcadora de todo lo simple, cual la Vida es, lo simple de nacer, crecer, dar a luz y luego, inundar, con esa luz, a los descendientes, pareciendo de este modo, que no morimos, sólo que nos extendemos tanto, que nos volvemos invisible al ojo humano. Pero, no olvidemos, que lo esencial, es invisible al ojo humano.
Es así, que aunque nadie nos vea, seguimos creando vida, dando vida, incitando a la Vida, para que más vida pueda haber. La vida, es como el gorjeo, que aletea en nuestra garganta, hasta que sale hecho pájaro. Pájaro, que vuela, llevando vida y más vida.
Somos el nido, la casa, también la que la habita, la que expande su poder, más allá. Toca los límites de este mundo, luego, los esquiva, y continúa, hacia el espacio exterior.
A veces, me siento tan amplia, tan inmensa, que la casa, el barrio, la ciudad, el país, el mundo mismo, parecen chicos. Porque ese poder, que nuestro vientre genera, es el más potente en el Universo. Con total soltura, entreteje, hojas, carne roja, raíces, tierra, estrellas, galaxias y las une, en un tejido, palpitante de vida.
Vermut con papas fritas y good show.
Hasta la victoria siempre