Hola, queridos chichipíos. Aquí estoy escribiendo otra vez, sin saber muy bien por qué. Ayer le mostré un cuento escrito por mi, publicado en este blog "El despellejador" y mi hijo, me dio una respuesta: "Que necesitaba desarrollarlo más". Por supuesto, le dije que no podía, porque no sabía todavía, por qué el personaje había actuado de esa manera. Se ve, que tenemos que respondernos muchas preguntas, al escribir; sin embargo, yo sólo tengo preguntas y más preguntas. Constantemente, me pueblan dudas, cuestiones, a las que no puedo dar respuestas seguras, determinadas. Será, quizá, esta sensación de constante búsqueda, la que me lleva a escribir. Pero, como salta a la vista, no logro responder ninguna pregunta, sino, por el contrario, me surgen nuevas. En cuanto al personaje de "El despellejador", será que la obscuridad en su interior prevaleció sobre la luz? Era ya un ser obscuro y su trabajo le dio los medios y la habilidad para matar sin sentir nada? Sería un psicópata y el trabajo le permitió desarrollar este aspecto de su personalidad? Estaba harto de la esposa y no la aguantó más? Comprendió su miseria, a través de las palabras y resongos de la esposa y por eso, la mató? Como ven, tengo muchas preguntas, ninguna respuesta certera. Será por eso, que no me gusta desarrollar tanto mis cuentos, porque espero que el lector se haga preguntas, compare las situaciones con la suya propia, saque conclusiones. En fin, que genere una multiplicidad de sentidos al texto, pero que le sean propios, no prestados o sugeridos por el autor. Que piense lo que quiera, que se sienta libre para hacerlo; incluso, decir que lo que escribo es una porquería, siempre y cuando, trate de ser lo más auténtico posible.