ESCRIBIR: PARA MÍ O PARA TI?
Hola, queridos chichipìos. Qué tal! Otra vez desvariando sobre esta actividad tan compleja, como lo es escribir. Para qué, por qué, para quién, cómo. Son interrogantes, que surgen, cuando uno escribe. Como no puedo dejar de escribir, entonces infinitos interrogantes, me acosan noche y día, sin poner darles respuesta, pero, que a veces, me producen desasosiego, otras no los tomo en cuenta, en otros casos me pongo contenta, pues al menos escribo.
Uno, siempre trata de escribir lo que siente, lo que le parece. Alguna vez pensé que si escribía, debía hacerlo de acuerdo a quienes lo leyeran. Hoy, gracias a Dios”, mi postura ha cambiado, y, ahora, como dices Borges, escribo sobre mí, sobre lo que conozco. No sobre lo extraño, lo ajeno, lo extranjero.
Por eso, a veces es tan difícil escribir. Cada palabra que escribo, lleva mi sangre y mi alma. Es como si tuviera un cierre en el pecho, abrirlo y dar vuelta el cuerpo, de modo, que el interior quede expuesto.
La fragilidad, que ésta exposición supone, nos vuelve, paradójicamente, más fuertes, más osados, incluso, diría, temerarios. Porque el escritor, pone su propia vida en el exterior, y la convierte en un objeto de estudio. Por consiguiente, la analiza, la estudia, escribe sobre ella, como si no fuera su propia vida. Esto da una visión única, pues permite observarla desde distintos ángulos, decir desde cada punto de vista, cosas distintas, a veces, en apariencia, contrapuestas. Pero, no, es sólo, que cada vez, miramos desde una posición relativa diferente.
Así, pueden construirse historias, en donde, aunque aparezcan otros personajes, siempre somos nosotros, tratando de avanzar, de superar obstáculos, incluso, ofrendando nuestra propia vida, como el supremo sacrificio, que podemos hacer, por el arte de escribir.
Bien o mal, no existe tal cosa, sino lectores, a quienes les llega una prosa y no otra. De manera, que el que escribe siempre tuvo, tiene y tendrá lectores, mejores o peores, no sé. Porque para determinar, deberíamos tener puntos de comparación, referencia. Porque alguien es un gran escritor, simplemente porque es una construcción histórica y colectiva.
Uno empieza a leer algo, de este incita a otro a leer lo que él lee. Y así, sin darnos cuenta, vamos haciendo la cadena de lectura necesaria, para que un texto sea reinventado miles de veces.
Lo maravilloso de leer y de escribir. Dos actividades tan emparejadas, que no van la una sin la otra, y viceversa. Yo, no podría escribir, si no hubiera un lector, porque escribiría sin sentido, mi vida entera carecía de sentido.
Imaginemos, por un momento, estar completamente solos en el mundo. Nada de lo que hiciéramos o dejáramos de hacer, tendría sentido, porque no habría otro para mirarnos, regañarnos, corregirnos, orientarnos, sostenernos cuando dudamos. En fin, sin el otro no somos nada.