Hola, queridos chichipíos. Qué tal! Estoy escribiendo nuevamente. Es mi sino, escribir. Estoy atravesando una crisis. Y como es lógico suponer, estoy creciendo realmente. Pienso mucho en lo que hice y lo que no hice. He llegado a una conclusión muy poco original: tuve hijos, planté un árbol y ahora, más que nunca siento esta pulsión categórica, que me lleva a escribir sobre todo: poesía, cuentos, una obra de teatro y estos pequeños ensayos, que me permiten manifestar mis ideas. Es algo, casi imposible dejar de realizar, estoy como impulsada por una necesidad vital. Por lo tanto, estoy, como cualquier escritor, escribiendo lo que siento, sin importar si es lindo, feo, si a las personas no les gusta. Yo, yo, yo necesito expresarme, decir lo que siento.
Supongo, que aquellos que escriben les pasa lo mismo o no. En este caso, si bien yo escribía desde hace mucho, recién ahora surge esta compulsión por escribir.
Ha concluído para mi una etapa: la del silencio. Ahora, debo hablar, escribir, comunicarme. Aunque, seguramente porque este espacio, como todo lo demás está controlado, no he recibido comentarios. O realmente, lo que escribo no amerita comentarios. No lo sé. De todas maneras, pese a esta censura, que existe (no lo dudéis), sigo expresándome por escrito. No me importa, a quien se sienta ofendido, o que le esté lesionando intereses, como a nuestros enemigos: el Imperio. Escribo, podéis leer o no, yo continuaré haciéndolo.
No esperéis gratitud por leer mis páginas o disgusto por no hacerlo. Parece que las cataratas de ideas que surgen en mi cabeza, son demasiadas, como para mantenerlas encerradas. Ellas deben ver la luz, e incluso, me regodeo en algunos de mis escritos. Otros, pienso, que son horribles, como algunas poesías que escribí hace mucho; otras son tan cadenciosas, rítmicas, que me plugue leerlas. Por ejemplo, en los cuentos que escribo, si bien los pienso mucho, a veces, se me ocurren múltiples motivos por los cuales, el personaje actúa de un modo u otro. Especialmente los cuentos, finalmente el personaje termina actuando según sus instintos. Para teorizar sobre ellos, debería conversar con otras personas. Pero, a veces, otras personas, sienten envidia, cuando no pueden escribir de tal o cual forma, y entonces, sustraen su opinión a mi. No importa, porque sin considerar lo que piensan, seguiré escribiendo. A veces, escucho un comentario, leo una pequeña noticia,, oigo una conversación y días después, sin casi pensarlo conscientemente, surge un cuento en mi cabeza. me lo aprendo de memoria y luego, cuando tengo tiempo lo escribo. Qué les parece mi método? Me parece que el habla, el diálogo con uno mismo es absolutamente importante. Porque, permite el crecimiento de la interioridad, donde bullen las ideas, cual caldero al fuego eterno de Ares.
Vermut con papas fritas y goodo show.