Hola, queridos chichipios. Qué tal! Estamos viendo una transformación, lenta, pero continuada. La sociedad, en su conjunto está cambiando. Las transformaciones implican crecimiento. Y aunque, es muy remanido, no se crece sin sufrimiento. Son, específicamente los momentos de crisis, en los que aprendemos y crecemos. Por eso, nos cuesta tanto admitir, aquello que por centurias hemos negado: que todos somos iguales ante la ley. Creíamos que si éramos negros, pobres, gordos, homosexuales, extranjeros, refugiados, personas con padecimiento mental,entonces no merecíamos la consideración de los demás. Pero no es así, resulta que todos los mencionados son personas, y que no pierden su condición, sin importar, incluso que sean delincuentes. Todos merecemos respeto, y, a su vez, debemos darlo a todos y todas. Debemos vernos reflejado en el otro, para así, nosotros ser también alguien igual, pero distinto. Esta empatía, es una capacidad de todos los seres vivos, ponernos en el lugar del otro. Es fácil decirlo, difícil hacerlo. Sin embargo, debemos empeñar todas nuestras fuerzas para hacerlo, pues al hacerlo, iremos conformando nuestra persona, nos iremos subjetivando, al vernos reflejado en el otro.Esta consideración por el otro, es ineludible. Nos podemos evitarla, si queremos vivir en sociedad, si queremos ser una comunidad. En una comunidad, todos ayudan a todos. No se hace diferencia entre sus miembros. Debo agregar, que el aprendizaje es lento, y los cambios, lo son aun más. No podemos esperar, que de un minuto a otro, las cosas cambien. Los tiempos sociales, se toman su tiempo. La sociedad la hacemos nosotros. La historia, también. Por mucho tiempo, hemos dejado que otros la escrebieran, aun siendo mentira. Aun sabiendo, que nosotros somos los que hacemos la historia. No un tonto, que se pone a escribir según su parecer. Por lo tanto, si bien hay científicos historiadores, respetables, no debemos olvidar que los hechos, los producimos nosotros como una sociedad, como comunidad. Si no, qué, qué hubiera sido de la Revolución Francesa, de las Cruzadas, de la Inquisición, de las dictaduras, en las diferentes épocas. de nuestra propia resistencia montonera, de las Farc, de todos los movimientos, que han dejado de lado sus propias consideraciones, para ponerse en la piel de los otros. Ni qué decir de las Madres de Plaza de Mayo, de las Abuelas de Plaza de Mayo, de la Asociación de Hijos de Desaparecidos, la Asamblea Permanente por los derechos humanos. Todas ellas, nos dan un claro ejemplo de empatía, de preocupación por el otro. Qué debemos hacer nosotros: claramente, seguir estos ejemplos y no, seguir los cantos de sirenas, pues ellas intenterán detenernos, desviarnos. No las escuchemos. Hagamos como Odiseo, que se hizo atar al mástil del barco, para no dejarse llevar por el canto de las sirenas. Hagamos como él y permanezcamos, firmes en la intención, en la lucha, en los ideales, en todo aquello que nos haga crecer, a la par que los demás crecen.
Vermut con papas fritas y good show.