Por mis venas corre la sangre de aquellos primeros homínidos, que recorrieron las planicies africanas, la de aquellos que habitaron por primera vez Europa, Asia, Oceanía, y luego íntrepidamente, ocuparon América. La sangre de todos esos ascendentes corre por mis venas y una voz susurra en mi interior, pidiendo, ordenando, suplicando. La sangre clama por su libertad.
El Imperio está atemorizado, sus cipayos, también. Este grito, exclamado por San Martín, Artigas, Moreno, Belgrano, Castelli, Simón Bolívar, Juana Azurduy (grande entre las grandes), late, vibra en mi corazón. Mi espíritu está acicateado por ella. Eso me da coraje, y supongo que le dá coraje a otros. Nos anima, nos alienta, para continuar por este camino incierto, pero preferible a continuar por el camino de la esclavitud. Debemos liberarnos, las huestes vienen marchando, irás con ellos o te quedarás con nuestros enemigos?
El Himno Argentino, del cual sólo cantamos una parte, por exigencia del gobierno español, que sentía que en sus versos latía el deseo de Independencia de nuestro pueblo, a la vez que retrataba la crueldad del opresor, que nos sometía, esclavizaba, que nos sodomizaba. Ahora, ese grito de libertad, tan bien retratado por Delacroise, en su cuadro !Libertad", se hace carne en nuestra carne. Cuánto tiempo creían nuestros amos, que no querríamos imitarlos, ansiando Igualdad, Fraternidad, Libertad!
Imposible acallar este grito que todos los pueblos de Indoamérica, proclaman a los cuatro vientos. La libertad no se puede eliminar, porque estúpidos "las ideas no se matan"